Llega el catálogo de juguetes de Navidad y los niños lo tienen claro: lo quieren todo pero, ¿es bueno saturarles con juguetes y cosas que no necesitan?
Se encienden las luces navideñas y los niños ya presienten que el ambiente está cargado de regalos a la vuelta de la esquina. Una de las mayores ilusiones que los padres comparten con sus hijos es la llegada del catálogo de juguetes. Una tradición que nos recuerda a nuestra propia infancia y en la que la ilusión de los más pequeños señalando los juguetes que pedirán a los Reyes Magos se contagia. Sin embargo, este ansia consumista puede tener una segunda cara no tan deseada. Por eso, nos ponemos en contacto con dos psicólogas expertas para que nos aconsejen la mejor manera de regalar a nuestros hijos. Alejandra García, psicóloga especializada en psicología infantil y juvenil y Educadora de padres y maestros en discplina positiva, y Leticia Gutiérrez, psicóloga y especialista en Terapia Cognitivo-Conductual en la infancia y la adolescencia nos responden y dan estrategias para que estas fiestas disfrutemos sin excesos. La primera pregunta que nos viene a la cabeza sobre este tema, es la más recurrente y, posiblemente la más discutida entre las familias. Hay muchos padres que ya piden a los familiares que, por favor, solo un regalo por niño ; otras veces son los propios progetonitores los que asocian un mayor número de regalos a una mayor felicidad del niño pero, ¿esto es verdad? ¿cuántos regalos son los apropiados? “Vivimos en una época un poco consumista y los adultos a veces pecamos de comprar en exceso”, apunta la psicóloga Alejandra García, ” lo positivo sería un regalo por familia, teniendo en cuenta que no tienen que ser solo juguetes, algún regalo que el niño desee, pero también algo que necesite, por ejemplo: ropa, juegos educativos, cuentos… A veces hay niños que se ponen a abrir los regalos uno detrás de otro sin ni si quiera mirar lo que hay, de forma automática.”
La psicóloga Leticia Gutiérrez hace alusión al efecto negativo que podría tener este exceso y, sin darnos cuenta, en realidad estamos provocando que el niño pierda la ilusión por el regalo en sí y se fije tan solo en la cantidad de regalos. Sería más importante en este caso fijarse en la calidad de los regalos y no en la cantidad: “ante el exceso de regalos los niños se sobreestimulan y se reduce la ilusión. Esto hace que los niños se fijen en la cantidad de regalos pero no en cada regalo en particular. Se sienten desbordados, la atención se dispersa, no saben en qué centrarse y a veces acaban por no jugar con ninguno de los regalos por no saber por dónde empezar.” Y además, añade otro mal asociado, el de la frustración: “Si se les compran todos los regalos que desean y se les entregan todos a la vez, disminuye su nivel de tolerancia a la frustración y hace que no valoren lo que tienen y el esfuerzo que cuesta conseguirlo.” Visto así, parece fácil pero, con el niño delante y un catálogo repleto de flechas señalando todos y cada uno de los artículos, la estrategia se desmorona. Por eso, Leticia Gutiérrez nos da algunas pautas que pueden ayudar: ” Los niños más pequeños tienen dificultades para poder elegir entre tanta oferta de juguetes. Por ello, hay algunas recomendaciones que se pueden llevar a cabo para poder evitar que acaben pidiendo todo lo que ven en los catálogos:
- Cuanto más pequeños son menos regalos necesitan y si pueden estar repartidos en varios días y en varias casas mejor, así evitamos la sensación de saturación.
- Poner límites a la hora de escribir la carta a los Reyes Magos. Por ejemplo, se les puede decir que cada Rey Mago solo les puede traer un regalo, que hay un límite de regalos que los camellos de los Reyes pueden cargar, ya que tienen que llevar regalos a todos los niños y niñas del mundo, o que pidan un regalo para que los Reyes dejen en cada una de las casas de sus familiares. Alejandra García, comparte la idea de limitar los regalos e insiste en que no por ello se limita la ilusión de los niños: “Es genial que puedan disfrutar de la ilusión y la inquietud de recibir regalos y escribir la carta con sus deseos y es un buen momento para señalar la importancia de cuántas cosas pedir, tener en cuenta que no pueden traer todo lo que queramos, y ahí vamos limitando que no siempre podemos tener todo lo que deseamos, con lo cual trabajamos la tolerancia a la frustración y el valor de las cosas”. La psicóloga hace alusión además a uno de los recursos más frecuentes en estas fechas, el de nombrar a los Reyes Magos cada vez que los niños se portan mal, recordándoles que quienes no tienen un buen comportamiento no tendrán regalos, un error que deberíamos de evitar según Alejandra García: ” es importante no condicionar los regalos a que se porten bien o mal, ya que sabemos que van a terminar recibiéndolos, y no es positivo condicionar su comportamiento a obtener algo porque ellos están aprendiendo que portarse bien depende de algo externo, no de ellos mismos”. Hay que tener en cuenta que lo que aprenden hoy los niños, les marcará mañana como adultos y, la realidad es que en la vida no se consigue todo lo que uno quiere. Si el niño no ha aprendido esto, en su vida de adulto no sabrá gestionar esta frustración. El exceso de regalos o que tengan siempre lo que piden es uno de los factores que influyen en este aprendizaje. ” Es necesario inculcar en los niños la importancia de la paciencia, que no pueden tener todo lo que quieran en el momento que ellos quieran. Los niños no se frustran por no tener todos los regalos que han pedido, si se cede a sus exigencias, se corre el riesgo de que en el futuro se conviertan en adultos que necesitan satisfacer todos sus caprichos para ser felices”, señala la psicóloga Leticia Gutiérrez quien además, nos da algunas recomendaciones para tener en cuenta a la hora de comprar los regalos: 1. Tener en cuenta más la edad y los gustos del niño o niña que lo que se anuncia en la publicidad; 2. Comprar algo que realmente quiera y le haga ilusión; 3. Comprar juguetes educativos o que favorezcan la creatividad; 4. Comprar algo práctico que el niño o niña realmente necesite; 5. Regalar experiencias, como un día en el parque de atracciones o una escapada en familia. Con el paso del tiempo, se recuerdan más las experiencias vividas que los regalos materiales.